Memoria y Palabra (fragmento)


Por Anna Dolores García Collino

 El presente trabajo intenta relacionar el papel de la palabra como instrumento de la memoria, y en tanto portadora y conservadora del conocimiento y de formas de  interpretación del mundo.
Parto de una de las tipologías de la memoria que nos ofrece la neurociencia para entender las diferentes formas de adquisición de las capacidades entre ellas la que permite adquirir  y desarrollar el lenguaje. Con Vygotvsky, centro el tema de la memoria en el desarrollo del signo en el niño para ver su influencia en la conducta y formas de interpretar el mundo.  El planteamiento final de esta primera parte se dirige hacia la teoría de Bergson, para enlazar la memoria, el recuerdo y la relatividad en  la percepción de la realidad como verdad.
Finalmente, trato el tema de la memoria oral, presentada por Hampaté, quien encara y reflexiona desde su cercanía a las estrategias mnemotécnicas de los narradores de algunos pueblos africanos.
Así conjugo los enfoques neurológico, psicológico y la reflexión basada en la experiencia. El objetivo del trabajo es entrever puntos de convergencia entre unas y otras formas de abordar el tema de la palabra y la memoria en relación con la vida y la noción de verdad.

I La memoria.

1. Definición y tipología.

Los estudios sobre la memoria son amplios y variados y, por tanto, resulta complejo abarcar las diferentes definiciones y tipologías, así que trataré de concretarme en lo que considero puede ser útil a este trabajo y, de ser posible, remitirme a algunos consensos. Uno de ellos, considero, es el que se aboca a definirla en relación a su función: “Esta función no es otra que  codificar, registrar y recuperar grandes cantidades de información que resultan fundamentales para la adaptación del individuo al medio”.1   Desde este punto de vista, la memoria no sería más que un sistema de información que permite el adecuado funcionamiento para la supervivencia del individuo. Como tal, debe adaptarse eficazmente a las constantes cambios y demandas  del entorno tanto natural como social, en si, responder a los impulsos o estímulos que provienen del interior y  exterior del organismo: así por ejm. responde a la necesidad de desechar los residuos del cuerpo, como al deseo sexual o, a la identificación del peligro mediante el recuerdo de un lugar (de refugio o de recursos alimenticios), de sonidos (de animales o de otros individuos) etc. En sí, su función es posibilitar la recepción y respuesta a las necesidades biológicas como a las que surgen de la  experiencia.
Este primer acercamiento ya nos habla de que la memoria se adquiere por dos vías: la innata y la aprendida y, a partir de ello, podemos ir acotando lo relativo a la memoria humana.  Nolasc Ascarín en su libro, El cerebro del rey presenta tres tipos de  memoria  que permiten comprender mejor las formas de adquisición:2

1 Memoria fisiológica: “Es la capacidad del organismo, tanto humano como de otros mamíferos, para conocer y desarrollar funciones de nuestro cuerpo, tales como la fabricación de proteínas, la digestión de alimentos, la renovación de células de la piel, sangre u otros tejidos… todas las células y vísceras de nuestro cuerpo saben y recuerdan perfectamente lo que deben hacer”. La programación y funcionamiento del amplio campo que funciona a partir de esta memoria lo proporciona la información genética.  

2 Memoria filética: Al igual que la anterior, esta memoria es trasmitida mediante el ADN, pero la información que contiene es propia de nuestra especie  y, aunque no se requiere del aprendizaje,  sí debe desarrollarse. Se relaciona con las capacidades  que nuestro organismo ha heredado para, por ejemplo: “aprender a andar sobre dos pies, aprender el lenguaje, huir de los estímulos dolorosos, encontrar sabrosas la carne y las grasas, tener tendencias altruistas-cooperativas, apreciar determinados cánones de belleza o tener apetencia para la actividad sexual… Componen unidades de información que nos llegan de muy antiguo y están estrechamente relacionados con las estrategias humanas de desarrollo y supervivencia”.

3 Memoria de la Experiencia. “Es lo que comúnmente denominamos memoria y que se almacena en el cerebro a partir del aprendizaje”.  A diferencia de las anteriores, aquí el registro de la memoria depende del conocimiento aprendido a través de la experiencia dirigida.
 
Cada tipo de memoria responde a diferentes actividades pero algunas requieren de maduración cerebral, en tanto otras ya están activas desde el nacimiento.  A estas últimas corresponden las  que se relacionan con la regulación  del metabolismo y el funcionamiento visceral. Después se desarrollan las correspondientes a la motricidad y recepción de percepciones; las áreas cerebrales que requieren del aprendizaje  para su desarrollo maduran más tarde, como  “son las que permiten acumular la memoria de andar con habilidad, hablar y finalmente, acumular experiencia y conocimientos”.     
La memoria filética y la basada en la experiencia  dependen del aprendizaje pero de forma diferente: la primera se da por aprendizaje mimético, al observar y escuchar, y se adquiere de forma espontánea, (memoria implícita),  mientras que la memoria  aprendida por la experiencia,  depende del aprendizaje dirigido por parte de otros, (memoria explicita) la cual es exclusiva al ser humano.
Si nos referimos al lenguaje, podemos decir que, si bien su adquisición  se da mediante  mimetismo, o memoria implícita, su maduración y desarrollo se afianza gracias al aprendizaje trasmitido (estimulado)  por los padres y demás miembros de la sociedad (Memoria explicita). Y,  si nos remitimos a los tres tipos de memoria, podemos decir que el lenguaje requiere de la confluencia tanto de las capacidades innatas (memorias 1 y 2) como del aprendizaje para su desarrollo; aprendizaje que, además, “ nos llega de muy antiguo”. De manera, que habría que tener en cuenta la  historia evolutiva heredada y trasmitida generacionalmente, desde y por la experiencia (memoria 3).
En este sentido el lenguaje, o la palabra en tanto idea, resulta fundamental para la transmisión y conservación de la experiencia y del conocimiento.          
Para ahondar en lo anterior, retomo el texto de Vygotsky,  Pensamiento y lenguaje.3 El autor asume que, desde los inicios de nuestra evolución como sociedad se dan dos tipos de memoria: una natural, compartida con otros animales que tiene relación directa con lo percibido, es decir, con los estímulos que recibimos desde el exterior, y otra social pero exclusiva al ser humano, que es la memoria operativa basada en signos. Esta última no sólo es importante en tanto nos diferencia de los demás animales sino por el amplio espectro que abre al desarrollo de la cultura humana: aún las operaciones más sencillas,  “como marcar señales en un palo para recordar alguna cosa, cambian la estructura psicológica del proceso de memoria”, lo cual lleva al cambio conductual que se basa en algo que va más allá de lo percibido en el presente.
Vygotvsky  nos remite al orden biológico aunque, a diferencia de lo que veíamos con Azcarín en relación a la experiencia, enmarca el determinante sicosocial en el proceso de memorización a través de la incorporación  no sólo de estímulos externos sino artificiales, es decir, desde el signo. Cuando se trata del signo lingüístico, su intermediación resulta determinante para la representación de la realidad y factor fundamental en el proceso memorístico; en sí señala al gran estimulante de la conducta individual y colectiva humanas.
El resultado de las investigaciones de Vygotvsky demuestran que, mientras  la conducta y el pensamiento del niño responden a los estímulos del entorno,  a medida que adquiere la palabra, o el lenguaje, el signo se hace más importante como intermediario en la evolución mental estimulo- respuesta y reemplaza consecuentemente al estímulo externo. Ello obedece

…a un proceso complejo y prolongado, sujeto a todas las leyes básicas de la evolución psicológica. Ello significa que en los niños, la actividad de utilizar signos no es algo simplemente inventado ni trasmitido por los adultos; es más bien algo que surge de lo que originalmente no es una operación con signos, convirtiéndose en tal después de una serie de transformaciones cualitativas…vinculadas como estadios de un único proceso, de naturaleza histórica. 

El desarrollo psicológico en la infancia, entonces, se daría como transición e  interrelación entre dos procesos (etapas) cualitativos de desarrollo: uno biológico, que corresponde a las funciones psicológicas elementales  (asociado a la conducta elemental) y otro originado en las relaciones socioculturales (asociado a la conducta mediata) donde se dan las funciones psicológicas superiores.
En este mismo sentido se entiende que en el proceso de maduración del pequeño,  la memoria cambie y sea fundamental para el establecimiento de las demás funciones: “Para el niño pequeño, pensar significa recordar; sin embargo, para el adolescente recordar significa pensar”.  El niño depende ante todo de la memoria y lo que recuerda es la impresión del objeto o la situación,  sobre los cuales elabora la idea; no hay verdadera abstracción, sólo ejemplos de situaciones, objetos, vivencias. Sobre su experiencia se informa la memoria y se estructura el pensamiento. En definitiva, como conclusión de sus estudios, Vygovsky “sugiere” que  “la característica definitiva de los primeros estadios del desarrollo cognoscitivo es la memoria, no el pensamiento abstracto”.
Lo anterior podría servir de parangón para mostrar la estrecha relación entre el lenguaje y el pensamiento en  las propias etapas primitivas del ser humano: en realidad lo que se ha producido a lo largo de nuestra historia evolutiva, tal como se da en la infancia, sería un cambio en la forma de “ver” el mundo: de una mirada limitada a la referencialidad,  se ha pasado a la sustitución de la realidad por el signo. De manera que, desde el largo proceso de la evolución del lenguaje, se hace posible el paso de la transmisión de lo inmediato a lo mediato, y el particular desarrollo de la memoria, ya que:   “La esencia intima de la memoria humana consiste en el hecho de que los seres humanos recuerdan activamente con la ayuda de signos…”
La palabra ligada al pensamiento, a la acción, al conocimiento de la realidad resulta fundamental en su papel con la memoria y la evolución humana. Es más, si volvemos a la definición que inicialmente teníamos de  la memoria, encontramos equivalencia entre sus funciones y las del lenguaje pues, este último, permite “codificar y registrar” (más adelante veremos su función como conservador)  información  fundamental para la adaptación del individuo al medio y, en tanto tal, coincide  con las estrategias humanas de desarrollo y supervivencia. Podríamos decir, entonces, que el origen del signo y  su posterior desarrollo hacia el lenguaje, sería uno de los factores adaptativos más relevantes en la historia evolutiva  de nuestra especie.

1. Psicothema, 1999. Vol.11.no. 4 p. 706. www. Psicothema.com/pdf/323.pdf
2. Nolasc Acarín, El cerebro del rey. Barcelona: Pérez Galdós, 2003, pp 193-198.
3. Lev, Vygotsky. Pensamiento y lenguaje. México, Ediciones Quinto Sol, 1992.