Por la resistencia espiritual - Alfredo Vanín


Alfredo Vanín

A continuación el fragmento de la antología realizada por Guerra Tovar alusivo a la poesía de Alfredo Vanín, acompañado de dos poemas del autor oriundo de Guapi, Cauca.

Alfredo vanín, 1950. Poeta, narrador y etnólogo. Ha publicado los libros de poemas Alegando que vivo, 1967; Cimarrón de la lluvia, 1990; Islario, 1998; Desarbolados, 2004; Jornadas del tahúr, 2005; y la antología Obra poética, 2010.


Por Hernando Guerra Tovar

Desde la idea vallejiana del lenguaje, la poética de Alfredo Vanín  se esmera en construir un mundo propio, en el que caben los valores de la raza en tiempo y espacio míticos, sincretismo afortunado que enciende una luz al centro mismo de la lírica, para redimirla del asedio falaz de la memoria. Su condición de poeta y de etnólogo le exige este aserto y le conmina al sueño que se revela en toda la obra.
Su voz confiere un animus unitario en la diversidad que puebla la región del pacífico, rica, desolada  y misteriosa. Es el canto ancestral de un pueblo que se alza en toda la belleza para restaurar su origen en esta modernidad de espejismo y vanagloria. Para gritarle con el silencio del poema al país otro el cimarrón que merece en la ribera, en la crónica de la sangre, en la espesura del follaje, en el erotismo callado del signo como caricia, en la instancia del agua que no cesa.
Así, la estatura de Vanín es un hecho poético como su decir en los “ríos de la fábula”, de los guardafaros,  de “los troncos salpicados” de versos en esa geografía olvidada por el hombre, pero enaltecida en el fuego instigador del poeta.

ZARZAMORA

Quise incitar el largo convite
de tu risa
negar el río sojuzgado
y entrar en las ardientes materias
de la gracia
me apresuré buscando fuego
incienso que atesoran los camaleones
centellas de unicornio no doblegadas a la hora
del león rampante
y traviesos veleros
robados a viejos pescadores del golfo
para acrecentar los festines de la madreperla.
Y he aquí que arpías y boleros
pregonaron la fama:
las mercenarias galerías cobijaban ahora
tus deleites
el viento destilaba un espeso alquitrán
y en tu deriva hembra
se marchitaban los dragones
dignos por lo demás de ciertos ecos.
Entonces sepulté mis navíos
aplacé para otras lunas la navegación del
hechizado
y entoné cánticos de alabanza
a las discordias del fauno que se queda ciego.


LA BÚSQUEDA


Dejarás atrás muy atrás para ser ignorados
el pánico de los renovados desastres
los espejismos que duplican la muerte
hasta que lleguen con sus garras de invierno
los ríos de la fábula
y sientas que cruzan por tu piel los faunos
que se creían derrotados
porque no muere el viejo cimarrón
de la lluvia.