Dos poemas de Antonio Gamoneda


De Canción errónea, último libro del gran poeta español nacido en Oviedo en 1931 y galardonado con el Cervantes en 2006, publicamos dos de sus profundos y luminosos textos cedidos exclusivamente para Con-Fabulación


HABÍA
vértigo y luz en las arterias del relámpago,
fuego, semillas y una germinación desesperada.

Yo desgarraba la imposibilidad,
oía silbar a la máquina del llanto
y me perdía en la espesura vaginal. También
entraba en urnas policiales. Así
olvidaba los ojos blancos de mi madre.
                                                           Vivía.

Parece ser.
                        Vivía.

Ahora mismo atiendo distraído a mi estertor.
No hay en mí memoria ni olvido;
única y simplemente lucidez.

Han desaparecido los significados
y nada estorba ya a la indiferencia.

            Definitivamente, me he sentado
a esperar a la muerte
como quien espera noticias ya sabidas.

***

LLAMAS a la luz y la luz viene como
un animal transparente. Tú
la acaricias y ella lame tus manos. Se
incorpora a tus ojos y
en tus ojos se encienden
los números dispersos.

Ante ti, la pureza y sus rectángulos:
un abismo creado por preguntas blancas
en apariencia inmóviles.

Van a surgir rostros que quizá has amado.
Sí, surgen rostros habitados y exactos
y te posee una pasión: ahora es
visible lo invisible.

Otras veces, sucede
que la luz se desprende de tus manos y
busca su libertad y se convierte en
pulsaciones, en
colores cautivos que carecen de nombre.

                                                           Sí:
proceden del abismo. Son
frutos incandescentes, entregados
a la libertad por ti.

Y pintas lo que no existió nunca:
has visto la inexistencia y la incorporas y
la inexistencia es real y es libre

incluso de sí misma.