Joel Streicker


Joel Streicker nació en las afueras de Chicago en 1960. Ha traducido obras de Tomás González, Ricardo Silva Romero, Pilar Quintana, Luis Fayad, Samanta Schweblin, Guillermo Fadanelli y otros escritores latinoamericanos. Sus ensayos han aparecido en revistas populares, impopulares y académicas, y está por publicarse su primer cuento, casi al mismo tiempo que este, su primer libro de poesía. (Como quien dice, la vejez no viene sola). Tiene un doctorado en antropología cultural de la Universidad de Stanford y un grado en estudios latinoamericanos de la Universidad de Michigan; hizo un año glorioso de estudios en la Universidad de los Andes. Vive en San Francisco, California, con su esposa y tres hijos.
Publicamos los textos de contraportada del libro de El amor en los tiempos de Belisario, recientemente publicado en Colombia por Común Presencia Editores. El poemario fue ilustrado por Martha Guzmán.


Siempre es interesante descubrirnos a través de una mirada extranjera: ella puede mostrarnos lo que hemos dejado de ver porque lo tenemos delante de los ojos todos los días. En sus Cartas del yagé, William Burroughs habla del frío bogotano que se mete en el cuerpo “como el frío enfermizo del opio”. Tim Keppel celebra en sus cuentos la fecundidad y exuberancia de Cali pero también da cuenta de la indiferencia con la que enfrentamos los hechos violentos a los que nos hemos acostumbrado. Ahora, en El amor en los tiempos de Belisario, Joel Streicker retrata en sus versos a la Bogotá sucia de principios de los años ochenta: un lugar caótico lleno de perros, mendigos y gente en ruana, con buses y edificios ruinosos, y el ritmo del vallenato de fondo, una ciudad opaca y triste, tan triste como el amor desesperado de un poeta gringo en el exilio. Pilar Quintana


En este libro de Joel Streicker la casa de la poesía tiene muchas moradas. Su palabra es perdurable por lo mucho que habla por nosotros, de nuestras preguntas centrales, delirios personales, formas del vivir y morir, el amor como salvación y asomo hacia el abismo. No hay en su poética el menor escollo de extravagancia, tecnicismos o esos excesos de artificios gratuitos, que buscan que el lector haga alzar las cejas. Una vez más, gracias a este libro, estamos de acuerdo con Gabriel Celaya, “la poesía es un arma cargada de futuro”. Por eso conviene no perderse este catálogo de asombros y revelaciones. La poesía puede estar tranquila: creadores como Streicker le han asegurado su esplendor por mucho tiempo más. Y eso no es poco decir. J. J. Junieles