El odio detenido

El hecho de ver a Uribe ayer, después de la derrota de su marioneta, irradiando su odio e instando a la población a levantarse contra la “pedagogía del miedo”, como si este mismo personaje no fuese uno de los más reconocidos tutores del horror de nuestra historia, corrobora la afortunada decisión de los ocho millones de individuos que apostaron por la opción de la paz en las más recientes elecciones.
Con-Fabulación, que ha sido víctima de los pertinaces asedios de la ultraderecha durante las últimas semanas, agradece la solidaridad de los numerosos lectores que enviaron sus mensajes contra ese aciago “matoneo” del que fuimos objeto, eventos del que ya tiene noticia Human Rights Watch y la Sociedad Interamericana de Prensa, y espera que pronto salga en el horizonte el arcoíris que ultime el diluvio de sangre, de una guerra que se han encargado en prolongar –como siempre– todos los sectores que se lucran de ella.

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.


(Miguel Hernández)